Pregunta: “El eslab�n perdido – �se ha encontrado?”

Respuesta:


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Pregunta: “El eslab�n perdido – �se ha encontrado?”

Respuesta:
En ocasiones, los medios de comunicaci�n informan irresponsablemente sobre la noticia de que alguien, en alg�n lugar, ha encontrado por fin “el eslab�n perdido”. Estas noticias dan a la gente la falsa impresi�n de que la ciencia ha descubierto por fin los restos f�siles de una criatura mitad humana, mitad mono, demostrando as� la teor�a de la evoluci�n de Darwin. En realidad, no se ha encontrado nunca ning�n eslab�n perdido, sino que sigue desaparecido. Han aparecido muchos restos f�siles de prosimios, monos, simios y humanos, pero ning�n f�sil intermedio entre el simio y el hombre. Los darwinistas, ansiosos por encontrar el eslab�n perdido, tienden a centrarse en cualquier aspecto superficial de un f�sil que pudiera interpretarse como una marca de transici�n evolutiva del mono al simio o del simio al hombre. Las organizaciones de noticias est�n m�s que felices de publicar titulares sensacionalistas, ya que son buenos para el negocio.

El Darwinius massillae, por ejemplo, fue presentado como un eslab�n perdido. Este f�sil, tambi�n conocido como “Ida” (en honor a la hija del cient�fico noruego que dirigi� el equipo de investigaci�n), es exactamente igual a un l�mur moderno, salvo que carece de la garra de acicalamiento com�n a los l�mures modernos. Los darwinistas se entusiasmaron al interpretar que Ida deb�a ser una transici�n evolutiva de prosimio (el grupo al que pertenecen los l�mures) a mono, ya que los monos carecen de garras de acicalamiento. Esta no es la �nica interpretaci�n posible de los datos, como veremos, pero les viene muy bien a los darwinistas.

�Qu� sucede si encontramos a un hombre que nace con manos, pero sin brazos, de modo que sus manos est�n unidas directamente a sus hombros? �Debemos creer que representa un eslab�n perdido entre un humano y un pez? Ese ser�a el mismo razonamiento utilizado por los darwinistas con respecto a Ida. El hecho es que hay personas que nacen con manos, pero sin brazos, y todas siguen siendo 100% humanas. Sufren una condici�n conocida como focomelia, que se puede heredar o ser causada por la exposici�n prenatal a la droga talidomida.

�Podr�a ser que el l�mur fosilizado, en lugar de ser un eslab�n perdido, sufriera una deformidad? Es totalmente posible. Pero, �qu� es m�s sensacionalista: el hecho de desenterrar un l�mur deforme muerto o el descubrimiento de una nueva especie que encaja en alg�n lugar del presunto �rbol geneal�gico de la evoluci�n humana? Si nos decidimos por lo segundo en lugar de lo primero, la gente podr�a proclamar a Ida como “la octava maravilla del mundo”. Google podr�a incorporar la imagen de Ida en su logotipo por un d�a. Los titulares podr�an proclamar que por fin hemos encontrado el eslab�n perdido. Y los ansiosos devotos de Darwin podr�an reclamar la victoria de una vez por todas. De hecho, todo eso ocurri� en 2009: mucho revuelo por un l�mur muerto al que le faltaban algunas partes del cuerpo.

Las noticias, en su euforia por un posible eslab�n perdido, tambi�n dieron importancia al hecho de que Ida tiene pulgares y u�as opuestas en lugar de garras, que son caracter�sticas humanas. No se tomaron la molestia de mencionar que los l�mures modernos tambi�n tienen pulgares y u�as opuestas en lugar de garras, de modo que esas caracter�sticas no tienen ning�n significado evolutivo.

Desafortunadamente, el af�n por declarar que un f�sil es un eslab�n perdido ocurre con frecuencia. Se podr�an dar m�s ejemplos de meros fragmentos de hueso e incluso de dientes de cerdo que se han imaginado como hombres-simio, se han vendido al p�blico y se han fotografiado para utilizarlos en los libros de texto. Se han mezclado err�neamente huesos de seres humanos al 100% con huesos de simios al 100% para crear especies fantasiosas de hombres-simio. Se han distorsionado esqueletos humanos enfermos para que parezcan m�s simios y luego se han exhibido.

La anatom�a humana tiene una amplia gama de variaciones potenciales, y estas variaciones han sido explotadas y malinterpretadas para sugerir la existencia de un eslab�n perdido. Los abor�genes australianos modernos, por ejemplo, son conocidos por sus ojos hundidos, caras cortas, grandes arcos en las cejas y mand�bulas grandes y sobresalientes. Estos supuestos rasgos de simios, unidos a la cultura tradicional aborigen, llevaron a los darwinistas de los siglos XIX y XX a imaginar que los abor�genes eran una especie de hombres-simio primitivos. A los pigmeos de �frica no les fue mejor. Muchos de ellos fueron acorralados y expuestos en jaulas como “prueba” de la evoluci�n.

Algunos darwinistas de los siglos XIX y XX pensaban que todos los pueblos no cauc�sicos eran simios y, por tanto, inferiores a los blancos. El propio Darwin escribi� que “en alg�n per�odo futuro, no muy lejano si se mide en siglos, las razas civilizadas del hombre exterminar�n casi con seguridad, y reemplazar�n, a las razas salvajes en todo el mundo”. Asimismo, los simios antropomorfos [simios con apariencia humana]… ser�n sin duda exterminados”. La brecha entre el hombre y sus aliados m�s cercanos ser� entonces m�s amplia, ya que intervendr� entre el hombre en un estado m�s civilizado, como podemos esperar, incluso que el cauc�sico, y alg�n simio tan inferior como un babuino, y no como ahora entre el negro o el australiano y el gorila” (Charles Darwin, The Descent of Man, 2� ed., John Murray, Londres, p. 156, 1887). Observemos c�mo Darwin afirma que el futuro humano “m�s civilizado” proceder� de la raza cauc�sica y que los humanos m�s cercanos a los simios son los negros y los abor�genes australianos (a pesar de que los negros, los abor�genes y los cauc�sicos son todos 100% humanos, mientras que los gorilas son 100% simios). B�sicamente, esto es lo que hacen los darwinistas modernos con los neandertales. Los neandertales parecen haber sido una raza m�s de humanos con caracter�sticas superficiales y “simiescas” como las de los abor�genes australianos. Muchos neandertales parecen haber sufrido condiciones patol�gicas como el raquitismo, el escorbuto, la s�filis y la artritis que exacerbaban sus caracter�sticas superficiales de simios. Todo lo que sabemos sobre los neandertales sugiere que eran tan humanos como nosotros. Eran h�biles cazadores, viv�an en sociedades complejas, enterraban a sus muertos y practicaban la religi�n.

La conclusi�n es que las deformidades y las variaciones en los genomas implican la duplicaci�n, el desplazamiento, la p�rdida y/o la reorganizaci�n de la informaci�n gen�tica preexistente. El proceso puede observarse en el mundo natural, y sus mecanismos son identificables y comprensibles. Sin embargo, la evoluci�n de los prosimios en monos o de los monos en simios o de los simios en humanos implicar�a la introducci�n de nueva informaci�n gen�tica en un genoma, un proceso que nunca se ha observado en la naturaleza y cuyos mecanismos no han sido identificados por los cient�ficos. No es de extra�ar, pues, que no podamos encontrar ninguna prueba s�lida de que haya ocurrido en el pasado. No es de extra�ar que el eslab�n perdido siga estando perdido.

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