Pregunta: “�Qui�n era Ignacio de Antioqu�a?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Qui�n era Ignacio de Antioqu�a?”

Respuesta:
Ignacio de Antioqu�a fue uno de los primeros padres de la Iglesia, y no se sabe mucho sobre �l. Lo que sabemos se basa principalmente en sus propios escritos. Ignacio era el obispo de la iglesia en Antioqu�a, Siria, y fue martirizado bajo el emperador Trajano alrededor del a�o 110 d.C. Al parecer, fue disc�pulo de Juan, el ap�stol amado, junto con Policarpo, el obispo de Esmirna. Policarpo, Ireneo y Or�genes se refieren a �l o a sus ep�stolas en sus escritos, confirmando lo que sabemos de su vida.

Tras presentarse ante el emperador Trajano y declarar su fidelidad a Cristo, Ignacio de Antioqu�a fue condenado a morir en Roma. En su viaje de Antioqu�a a Roma, se le permiti� detenerse y visitar a los cristianos, y escribi� siete cartas que han sobrevivido hasta nuestros d�as. En estas cartas, advirti� a las iglesias sobre las herej�as que amenazaban su paz y su unidad, y trat� puntos de orden eclesi�stico que nos dan una idea de c�mo funcionaba la iglesia primitiva.

Las herej�as que Ignacio de Antioqu�a abord� fueron principalmente el gnosticismo y el docetismo. El fundamento de estas herej�as era la creencia pagana en el dualismo: el esp�ritu es bueno, la carne es mala. Reconoc�an un eterno conflicto entre el bien y el mal, la mente y la materia, la idea y el objeto. Seg�n los gn�sticos, Satan�s es el opuesto eterno del Dios bueno. Con este punto de vista del mundo espiritual, la gente podr�a decir que Dios est� limitado en poder y quiz�s en conocimiento y que est� haciendo lo mejor que puede con un mundo pecador. Esta herej�a separ� al Cristo divino del Jes�s humano y ense�� que el Cristo divino vino sobre el Jes�s humano en Su bautismo y parti� justo antes de Su muerte. Seg�n el Docetismo, puesto que Dios es esp�ritu, y el esp�ritu es bueno, pero la carne es mala, entonces, si Jes�s es Dios, no podr�a haber tomado carne pecaminosa. El Jes�s que vivi� entre los hombres y muri� en la cruz era simplemente un fantasma con apariencia de cuerpo. Ignacio afirmaba que si Jes�s no tom� verdaderamente cuerpo humano y muri� como hombre, entonces no podr�a haber hecho expiaci�n por nuestros pecados (Hebreos 2:9, 9:12, 10:12). Sus cartas subrayaban la importancia de la comuni�n como un medio para enfatizar la realidad de la humanidad de Jes�s. Cre�a que, si Jes�s no derramaba verdaderamente Su sangre, Su martirio no tendr�a sentido.

Las cartas de Ignacio de Antioqu�a se refer�an a la organizaci�n y autoridad de la iglesia local. Es en sus cartas donde encontramos por primera vez una clara distinci�n entre obispos y ancianos. En el Nuevo Testamento, los t�rminos pastor, anciano y obispo se utilizan indistintamente y se�alan claramente diferentes aspectos de un mismo cargo. Pastor hace referencia a los deberes de alimentar y cuidar el reba�o de Dios como un pastor. Anciano se refiere a la posici�n de honor y respeto como cabeza de una familia. Obispo se refiere al deber de ejercer la supervisi�n de otros. Las primeras iglesias nombraban a varios ancianos que cumpl�an todos estos deberes (Hechos 14:23; 1 Pedro 5:1-2). Es en los escritos de Ignacio donde encontramos por primera vez los t�rminos obispo y presb�tero en contraposici�n. En la �poca de Ignacio, las iglesias hab�an llegado a la conclusi�n pr�ctica de que ten�a que haber un pastor “principal”, al que se llamaba obispo, y los dem�s ancianos, o presb�teros, estaban por debajo de �l en autoridad y posici�n. Las cartas de Ignacio reconoc�an que el obispo no era necesariamente el m�s anciano de los ancianos, sino que era uno de los que Dios llamaba a esa posici�n. Ignacio argumentaba que deb�a haber un obispo a cargo de cada congregaci�n para evitar divisiones y garantizar que se conservaran las creencias correctas.

Hombres como Ignacio de Antioqu�a siguieron los pasos de los ap�stoles y formaron la segunda generaci�n de l�deres de la Iglesia. Las herej�as y los problemas que abordaron en sus ministerios siguen vigentes hoy en d�a, y podemos aprender mucho de sus escritos.

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