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Pregunta: “�Qu� significa seguir la justicia?”
Respuesta:
Proverbios 15:9 dice: “Abominaci�n es al Se�or el camino del imp�o; mas �l ama al que sigue justicia”. Si Dios quiere que sigamos la justicia, entonces �qu� pasa con vers�culos como el de Romanos 3:10 que dice: “No hay justo, ni aun uno”? Si nadie es justo, entonces �qui�n puede realmente seguirla? �Son contradictorios esos vers�culos?
Antes de que podamos seguir la justicia, tenemos que definirla. La palabra que m�s se traduce como “justicia” tambi�n puede referirse a “rectitud, equidad o santidad divina”. En el sentido m�s amplio, la rectitud puede definirse como “la condici�n de ser aceptable ante Dios, seg�n Dios”. La norma de Dios es lo que define la verdadera justicia; Su poder es lo que la hace posible. A menos que Dios sea su autor, nunca tendremos justicia. Ning�n esfuerzo hecho por el hombre resultar� en justicia. Ser justo es estar bien con Dios. Un coraz�n que est� bien con Dios resulta en una vida que da “fruto” (Juan 15:1-2; Marcos 4:20). G�latas 5:22-23 enumera algunos de esos frutos.
Un sustituto com�n de la verdadera justicia es la auto justificaci�n. La auto justificaci�n es lo contrario de lo que Dios desea. Este tipo de justicia hace una lista de reglas y las tacha, felicit�ndose por lo bien que lo hace en comparaci�n con los dem�s. Los fariseos de la �poca de Jes�s eran maestros de la auto justicia, pero Jes�s tuvo palabras muy duras para ellos: “!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hip�critas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro est�n llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. As� tambi�n vosotros por fuera, a la verdad, os mostr�is justos a los hombres, pero por dentro est�is llenos de hipocres�a e iniquidad” (Mateo 23:27-28).
Seguir la justicia significa que debemos reconocer que no podemos agradar a Dios en nuestro estado pecaminoso (Romanos 8:8). Dejamos de intentar justificarnos con nuestras buenas obras y, en cambio, buscamos la misericordia de Dios. Deseamos que �l transforme nuestra mente (Romanos 12:2) y nos conforme “a la imagen de Su Hijo” (Romanos 8:29). En el Antiguo Testamento, los hombres eran declarados justos cuando cre�an en Dios y actuaban consecuentemente (G�nesis 15:6; G�latas 3:6; Santiago 2:23). Antes de Pentecost�s (Hechos 2:1-4), la gente segu�a la justicia guardando la Ley de Dios, buscando la santidad y “humill�ndose ante Dios” (Miqueas 6:8). Nadie era justificado por el cumplimiento de las normas, sino por la fe que les permit�a obedecer a Dios (Romanos 3:20; G�latas 2:16).
Del mismo modo, hoy somos justificados por la fe que nos lleva a Jes�s (Romanos 3:28; 5:1; 10:10). Los que est�n en Cristo siguen buscando a Dios para agradarle (Colosenses 3:1). Cuando llegamos a la fe en Cristo, �l nos da el Esp�ritu Santo que nos empodera para seguir la justicia para su propio beneficio (Hechos 2:38). �l nos ordena “andar en el Esp�ritu” (G�latas 5:16, 25). Caminar en el Esp�ritu significa que vivimos un estilo de vida de total entrega al se�or�o de Jesucristo. Cultivamos la capacidad de o�r a Dios y el h�bito de obedecer Su voz en todo.
Seguimos la justicia cuando buscamos el car�cter de Cristo y deseamos la santidad m�s que el placer de la carne. Evitamos la tentaci�n de auto justificarnos cuando entendemos que la verdadera justicia comienza con la humildad seg�n Dios (Salmo 25:90). Recordamos que Jes�s dijo: “separados de m� nada pod�is hacer” (Juan 15:5). Cuando pasamos tiempo en la presencia de Dios, nos hacemos m�s conscientes de nuestros propios pecados y defectos. Una camisa sucia parece blanca al lado de una pared oscura. Pero, cuando se compara con la nieve, la misma camisa parece sucia. El orgullo y la justicia propia no pueden permanecer en la presencia de un Dios santo. La b�squeda de la justicia comienza cuando un coraz�n humilde busca la presencia continua de Dios (Santiago 4:10; 1 Pedro 5:6). El coraz�n humilde y con fe conduce a un estilo de vida de acciones justas aceptables para Dios (Salmo 51:10).