
topreadz.com/Espanol
Pregunta: “�Qu� significa orar por los enemigos?”
Respuesta:
En varios pasajes de la Biblia se nos ordena orar por nuestros enemigos (Lucas 6:27, 35; Romanos 12:20). El m�s conocido es el pasaje del Serm�n del Monte de Jes�s. En Mateo 5:43-45, Jes�s dijo: “O�steis que fue dicho: Amar�s a tu pr�jimo, y aborrecer�s a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que se�is hijos de vuestro Padre que est� en los cielos”. Es evidente que Jes�s espera que oremos por nuestros enemigos, pero �c�mo lo hacemos?
Nuestra primera respuesta a esa pregunta probablemente no sea la correcta. Cuando alguien nos hace da�o, �nos gustar�a orar para que le caiga una desgracia! Podemos ser tentados a orar los salmos imprecatorios y desear sentarnos para ver a Dios vengarse de los malhechores, como hizo Jon�s fuera de N�nive. Pero eso no es lo que Jes�s quer�a decir cuando oraba por nuestros enemigos. �l ten�a algo mejor en mente que nos beneficiar� tanto a nosotros como a nuestros enemigos.
Cuando alguien se propone hacernos da�o, nuestra reacci�n natural es protegernos y contraatacar. Si murmuran de nosotros, nosotros murmuraremos de ellos. Si han dicho mentiras sobre nosotros, nosotros mentiremos sobre ellos. Ellos arruinaron nuestra reputaci�n; nosotros tambi�n arruinaremos la de ellos. Sin embargo, Jes�s nos llama a un est�ndar m�s alto. �l demostr� ese est�ndar al no tomar represalias cuando alguien lo perjudicaba. Y le hicieron mucho da�o. Su propio pueblo rechaz� Su mensaje (Juan 1:11). Los l�deres religiosos se burlaron y trataron de ponerle una trampa (Juan 8:6). Su propia familia se avergonz� de �l intentando que dejara de predicar (Marcos 3:21). Sus amigos le abandonaron en su peor momento (Marcos 14:50), y la ciudad que hab�a gritado “�Hosanna!” cuando �l lleg� al pueblo, grit� “�Crucif�cale!” unos d�as despu�s (Marcos 15:13). As� pues, Jes�s ten�a enemigos y, cuando dijo que or�ramos por nuestros enemigos, sab�a de lo que hablaba.
Jes�s nos dio un ejemplo perfecto de c�mo orar por nuestros enemigos cuando estaba siendo clavado en una cruz. En medio de Su propia agon�a, grit�: “Padre, perd�nalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Habl� con Su Padre sobre las personas que le hac�an da�o. No pidi� su destrucci�n; no or� por venganza. Or� para que fueran perdonados. Jes�s tuvo compasi�n de las personas enga�adas que cre�an que estaban haciendo lo correcto al matar al Hijo de Dios. No ten�an ni idea de lo que realmente estaba ocurriendo. No ten�an ni idea de lo equivocados que estaban. Cuando Jes�s dijo: “No saben lo que hacen”, aludi� a un factor importante a tener en cuenta cuando oramos por nuestros enemigos.
Los enemigos por los que oramos nos hieren desde su propio mundo de dolor. Su pensamiento puede estar influenciado por el diablo (2 Corintios 4:4). Sus actitudes podr�an haber sido moldeadas por heridas pasadas (Jueces 15:7). Sus acciones pueden haber sido manipuladas por las influencias de sus amigos (2 Reyes 12:13-14). Nada de esto excusa su comportamiento ni minimiza el da�o que causan, aunque ayuda a explicar el porqu� del asunto. La gente hace lo que hace por sus propias razones. Puede que no sean razones v�lidas, no obstante, se parecen a aquellos que las tienen. Entonces, �c�mo orar por aquellos que nos han hecho da�o y nunca han tratado de enmendarlo?
1. Podemos orar para que Dios “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sep�is” sobre la verdad (Efesios 1:18). Cuando los enemigos se ponen en contra de nosotros, les falta entendimiento. Est�n reaccionando seg�n la carne y no seg�n el Esp�ritu. Podemos orar para que Dios abra sus corazones con entendimiento para que aprendan de sus errores y crezcan en sabidur�a.
2. Al orar por nuestros enemigos, podemos orar por su arrepentimiento. Segunda Timoteo 2:25 dice que “con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quiz� Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad”. Es Dios quien ablanda los corazones para que se arrepientan. Cuando oramos para que nuestros enemigos se arrepientan, sabemos que estamos orando de acuerdo con la voluntad de Dios puesto que �l tambi�n desea su arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
3. Cuando oramos por nuestros enemigos, podemos pedir que nuestros corazones permanezcan sensibles y sean �tiles si el Se�or quiere usarnos para cumplir Su plan en la vida de nuestros enemigos. “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra �spera hace subir el furor” (Proverbios 15:1). Cuando devolvemos ira por ira, mal por mal, nos ponemos al mismo nivel que nuestro enemigo. Pero cuando respondemos con amabilidad, gentileza y misericordia, la situaci�n suele disiparse en cuesti�n de minutos. No hay nada m�s convincente que una respuesta amable a una acci�n odiosa y grosera. En eso consiste poner la otra mejilla (v�ase Mateo 5:39). Satan�s desea la discordia, as� que intenta avivar nuestra furia y nos entrena para que respondamos con la misma moneda. Debemos orar para que Dios mantenga nuestros corazones sensibles hacia los ofensores para que Su bondad se revele a ellos a trav�s de nosotros.
4. Al orar por nuestros enemigos, podemos orar para que Dios obre en sus vidas por causa de esta ofensa para lograr Sus prop�sitos. Jes�s nos ense�� a orar: “Venga tu reino. H�gase tu voluntad, como en el cielo, as� tambi�n en la tierra” (Mateo 6:10). Siempre es correcto pedir que se haga la voluntad de Dios en cualquier situaci�n. Debemos orar hasta que deseemos lo que �l quiere. Si �l quiere bendecir a nuestro enemigo, eso tambi�n lo desearemos. Si �l quiere que sirvamos a nuestro enemigo de alguna manera, entonces eso es lo que deseamos. La oraci�n es la alineaci�n de nuestras voluntades con la de Dios; cuando oramos por nuestros enemigos, necesitamos luchar con nuestras emociones hasta que realmente queramos lo mejor de Dios en sus vidas.
Orar por nuestros enemigos no es una respuesta natural a su maltrato. Pero recordemos que nosotros mismos fuimos una vez enemigos de Dios, y que ahora somos Sus hijos. Ahora podemos interceder por otros que a�n est�n lejos (Colosenses 1:21). Al hacerlo, mantenemos nuestros propios corazones libres de amargura (Hebreos 12:15). Al orar por nuestros enemigos, nos asemejamos m�s a Cristo, y nos mantenemos en armon�a con la voluntad de Dios, que es la forma en que todo ser humano fue dise�ado para vivir.