Pregunta: “�Qu� significa huir de la tentaci�n?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Qu� significa huir de la tentaci�n?”

Respuesta:
Huir de la tentaci�n significa que la reconocemos como un enemigo y nos vamos por el otro lado, sin dudar y sin comprometernos. Primera de Corintios 6:18 dice: “Huid de la fornicaci�n. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, est� fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”. Aunque la tentaci�n no es pecado, la inmoralidad sexual comienza con la tentaci�n de participar en la actividad sexual fuera de los l�mites de Dios. Cuando no huimos de esa tentaci�n, enseguida viene la acci�n.

El mejor ejemplo b�blico, y el m�s literal, de alguien que hu�a de la tentaci�n se encuentra en el G�nesis 39, cuando el joven Jos�, hijo de Jacob, fue blanco de la esposa de su amo para tener una aventura ad�ltera. Ella lo tent� d�a tras d�a, pero Jos� se mantuvo firme en sus convicciones y rechaz� sus insinuaciones. No s�lo se neg� a ir a la cama con ella, sino que sabiamente se neg� “incluso a estar con ella” (G�nesis 39:10). Sin embargo, un d�a, cuando no hab�a nadie m�s en la casa, ella atrap� a Jos� y lo atrajo hacia ella, tratando de seducirlo: “Y ella lo asi� por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces �l dej� su ropa en las manos de ella, y huy� y sali�” (vers�culo 12). Este es un excelente ejemplo de c�mo huir de la tentaci�n. Jos� no se qued� discutiendo ni se dio tiempo para recapacitar. Huy�.

Nosotros, naturalmente, huimos del peligro. Cuando el edificio en el que estamos se incendia, huimos a un lugar m�s seguro. Cuando un hurac�n est� a punto de tocar tierra, huimos de la costa. Desafortunadamente, cuando muchas personas ven venir la tentaci�n, no huyen. En lugar de huir de la tentaci�n, se sumergen en ella, la desv�an, la posponen o la analizan; algunos la aceptan. �Podr�a ser esto porque la mayor�a de la gente no reconoce el peligro inherente a la tentaci�n? Parece que nos preocupan m�s los peligros f�sicos que amenazan el cuerpo que los peligros espirituales que amenazan el alma.

Romanos 13:14 dice: “Sino vest�os del Se�or Jesucristo, y no prove�is para los deseos de la carne”. Hacer provisi�n para la carne es lo contrario de huir de la tentaci�n. Hacemos provisi�n para nuestra carne cuando nos acomodamos a las cosas que conducen al pecado y en realidad hacemos preparativos para pecar. Los que hacen provisi�n para la carne son como un padre demasiado indulgente que gui�a el ojo ante el mal comportamiento de su hijo y satisface todos sus caprichos. Cuando aceptamos permanecer en situaciones tentadoras en lugar de huir de ellas, estamos poniendo tontamente la confianza en la carne. Creemos la mentira de que nuestra carne pecadora encontrar� de alguna manera la fortaleza para resistir en el �ltimo momento. Despu�s, nos sorprendemos y nos avergonzamos cuando, en lugar de resistir, cedemos.

Dios le da fortaleza y valor a cualquiera de Sus hijos que viva rendido a Su voluntad (2 Tesalonicenses 2:16-17; Hebreos 12:10-12). “Torre fuerte es el nombre del Se�or; a �l correr� el justo, y ser� levantado” (Proverbios 18:10). A lo largo de las Escrituras se nos ordena mantenernos firmes y resistir las artima�as del diablo (Efesios 6:10-18; Santiago 4:7; 1 Pedro 5:9). Las trampas de Satan�s son muchas y variadas, y generalmente comienzan con un pensamiento o una situaci�n tentadora. Una forma de resistir al diablo es huir al primer indicio de tentaci�n.

Al huir de la tentaci�n, naturalmente huimos hacia otra cosa, y Pablo nos dice cu�l debe ser: “Huye tambi�n de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de coraz�n limpio invocan al Se�or” (2 Timoteo 2:22). La sabidur�a reconoce el peligro en la tentaci�n y nos pide que huyamos de ella. “El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y reciben el da�o” (Proverbios 22:3).

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