Pregunta: “�Qu� es el movimiento de la Restauraci�n?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Qu� es el movimiento de la Restauraci�n?”

Respuesta:
El Movimiento de la Restauraci�n, que forma parte del movimiento m�s amplio denominado “restauracionismo” durante el Segundo Gran Despertar, comenz� a principios del siglo XIX cuando varios miembros de diferentes grupos y denominaciones cristianas decidieron que se hab�an alejado de los fundamentos del cristianismo. Varios metodistas, bautistas, presbiterianos y otros abandonaron sus denominaciones formales con la esperanza de establecer una iglesia basada �nicamente en el cristianismo ense�ado en el Nuevo Testamento. Convencidos de que Jes�s es el �nico modelo y de que la Biblia es el �nico libro sagrado, se esforzaron por “restaurar” la iglesia a su enfoque original en la �poca de los ap�stoles. El Movimiento de la Restauraci�n rechazaba las normas y pr�cticas que no proced�an expl�citamente de la Biblia por considerar que causaban divisiones innecesarias en la iglesia. El objetivo era que todos los cristianos eliminaran las fronteras denominacionales y se unieran como una sola iglesia bajo el �nico gobierno de Dios.

Entre los l�deres m�s influyentes del Movimiento de la Restauraci�n hab�a tres ministros: Thomas Campbell, su hijo Alexander Campbell y Barton W. Stone. Estos esfuerzos de reforma a veces se denominan Movimiento Stone-Campbell. Los seguidores de Campbell y Stone se llamaban simplemente “cristianos” o “disc�pulos”. Aunque el objetivo era la unidad de los cristianos, con el tiempo se produjeron varios cismas. En la actualidad, hay tres grupos principales, llamados “corrientes”, que tienen sus ra�ces en el Movimiento de Restauraci�n Stone-Campbell: la Iglesia Cristiana (Disc�pulos de Cristo), las Iglesias de Cristo y las Iglesias Cristianas Independientes.

Entre los principios esenciales del Movimiento de Restauraci�n se encuentran los siguientes

– Reconocimiento del modelo neo testamentario de la iglesia. En general, los miembros del Movimiento de la Restauraci�n procuran ajustar sus pr�cticas lo m�s posible a las del Nuevo Testamento. Es particularmente importante la celebraci�n semanal de la Cena del Se�or, la cual creen que debe estar abierta a todos. Algunas iglesias del movimiento no permiten el uso de instrumentos musicales en sus servicios, porque el Nuevo Testamento no contiene ning�n ejemplo de una iglesia que utilice instrumentos.

– Los nombres, los credos y las tradiciones eclesi�sticas dividen a los creyentes entre s�, y adem�s se renuncia a la exclusividad confesional. Los credos y las declaraciones doctrinales se consideran innecesarios y divisorios, y las congregaciones individuales se encargan de estudiar e interpretar la Biblia por s� mismas. No se acepta la autoridad externa sobre la iglesia local.

– Los nombres de origen humano dividen. Los miembros del Movimiento de Restauraci�n rechazan el uso de nombres denominacionales, y afirman ser “s�lo cristianos”.

Al examinar el Movimiento de la Restauraci�n, lo que m�s preocupa es la doctrina de la salvaci�n. Algunas iglesias del Movimiento de Restauraci�n ense�an que es necesario el bautismo en agua para la salvaci�n. Esto contradice directamente la doctrina b�blica de la salvaci�n por gracia s�lo a trav�s de la fe, sin la condici�n adicional de las obras (Efesios 2:8-9). La Escritura presenta el bautismo no como un requisito para la salvaci�n, sino como una evidencia de la misma.

Otros temas que requieren discernimiento son la prohibici�n de los instrumentos musicales (en algunas iglesias), el �nfasis en el ecumenismo, el rechazo de la doctrina b�blica de la elecci�n y el hecho de no tener una postura doctrinal clara.

Es loable el deseo de volver a los fundamentos del cristianismo, as� como el deseo de unidad entre los creyentes. Sin embargo, el Movimiento de la Restauraci�n no ha sido capaz de producir la unidad que buscaba originalmente, estando �l mismo sujeto a la divisi�n y a la fragmentaci�n. Adem�s, prescindir de credos y declaraciones doctrinales es contraproducente para conocer y vivir la verdad (ver Tito 1:9; 2:1).

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