Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre rendirse?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre rendirse?”

Respuesta:
Lo opuesto a rendirse es la perseverancia o la resistencia, dos cualidades que se aconsejan a los creyentes (2 Tesalonicenses 1:4; Romanos 5:3; Santiago 1:3). Cuando perseveramos a trav�s de las dificultades o el cansancio, no abandonamos lo que Dios nos ha llamado a hacer. G�latas 6:9 nos anima a nunca rendirnos: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”.

Existen varios factores que pueden hacer que la gente piense en rendirse. El primero es el des�nimo. Podemos empezar un proyecto con pasi�n para conseguirlo, pero con el tiempo, si no conseguimos los resultados que esper�bamos o si la gente no reconoce nuestros esfuerzos, podemos desanimarnos. La Biblia instruye a los padres a no ser duros con sus hijos, para que ellos no se desanimen. Los hijos desanimados generalmente dejan de tratar de complacer a sus padres y se comportan mal. Los adultos desanimados y desilusionados tambi�n suelen rendirse o portarse mal. La soluci�n de Dios para el des�nimo es “animaos unos a otros, y edificaos unos a otros” (1 Tesalonicenses 5:11).

Otro factor por el que la gente se rinde es el orgullo. Podemos asumir un reto, confiando en nuestras propias capacidades y queriendo impresionar a las personas que nos importan. Dios nos ha advertido que “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la ca�da la altivez de esp�ritu” (Proverbios 16:18). Cuando caemos, nuestro orgullo se ve afectado, por lo que nos damos por vencidos, en lugar de levantarnos y volver a intentarlo. Esto es lo que le pasa a algunos en el ministerio. Empiezan en el ministerio con buenas intenciones, pero en alg�n momento el orgullo se apodera de ellos. Cuando se sienten avergonzados, enfrentados o desafiados, el orgullo insiste en rendirse, y abandonan.

El cansancio tambi�n puede llevar a la renuncia. Si no nos ponemos un buen ritmo y establecemos l�mites saludables, podemos llegar a cansarnos tanto f�sica, mental, espiritual o emocionalmente que sencillamente abandonamos. Los que se dedican a los ministerios de ayuda son los m�s propensos a abandonar por cansancio. Las personas necesitadas est�n en todas partes, y los ayudantes que tratan de hacer todo para todas las personas todo el tiempo est�n expuestos al cansancio. Nos ayuda a recordar que no podemos dar a los dem�s lo que no tenemos, as� que cuidar de nosotros mismos no es ego�sta. Los cuidadores de ni�os peque�os, ancianos o enfermos graves deben recordar que deben sacar tiempo para mantenerse sanos. Los que est�n en el ministerio deben mantenerse sumergidos en una relaci�n personal con Dios, o les faltar� la fuerza espiritual para seguir entreg�ndose a los dem�s. Jes�s nos da un perfecto ejemplo de alguien que continuamente ministraba a otros, mientras continuaba poniendo como prioridad Su relaci�n con el Padre. A menudo, Jes�s se alejaba “siendo a�n muy oscuro” para poder orar (Marcos 1:35; Mateo 14:23; Lucas 5:16).

Las Escrituras nos exhortan a que, cuando nos encontramos en el camino que Dios estableci� para nosotros, no nos rindamos (Filipenses 4:1; G�latas 5:1; Apocalipsis 3:10). Nehem�as nunca se dio por vencido en la construcci�n de los muros de Jerusal�n, a pesar de la fuerte oposici�n que enfrent�. Caleb jam�s se desanim� con la promesa de Dios, y a los 85 a�os conquist� una regi�n monta�osa fortificada y llena de gigantes. Jes�s fue perseverante hasta la cruz. “Considerad a aquel que sufri� tal contradicci�n de pecadores contra s� mismo, para que vuestro �nimo no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12:3). Cuando uno se da por vencido en seguida, uno se pierde todo lo que Dios ha planeado hacer a trav�s de nosotros y para nosotros.

Muchas veces, el rendirse es una se�al de que las personas nunca fueron verdaderos seguidores de Cristo. Esto es lo que la Biblia llama apostas�a (1 Timoteo 4:1; 1 Juan 2:19). Los que verdaderamente han nacido de nuevo mediante el Esp�ritu de Dios (Juan 3:3) nunca abandonar�n a Jes�s. Ellos est�n guardados en la mano del Se�or (Juan 10:28-29), y van a perseverar hasta el final.

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