Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre los disturbios?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre los disturbios?”

Respuesta:
Un mot�n es una violenta y ruidosa perturbaci�n de la paz provocada por una multitud. Por lo general, los disturbios provocan da�os a la propiedad y lesiones a las personas. Cada vez se producen m�s disturbios en todo el mundo, causados por cualquier motivo, desde la raza hasta la religi�n. A veces, una reuni�n pac�fica puede convertirse en un mot�n cuando algo desencadena una fuerte emoci�n entre la mayor�a de los asistentes. Con frecuencia, quienes se amotinan creen tener raz�n al expresar apasionadamente sus opiniones. Pero, �tienen raz�n? �Acaso la Biblia dice algo sobre los disturbios?

La Biblia menciona algunos disturbios, pero ninguno de ellos de forma favorable. Pablo fue v�ctima de alborotadores en varias ocasiones (2 Corintios 6:5; Hechos 17:5; 19:23-41). En cada caso, los celos y las mentiras estaban en el centro de la revuelta. Fue la intenci�n cargada de odio por parte de los instigadores lo que encendi� a los habitantes de la ciudad, muchos de los cuales ni siquiera estaban seguros de lo que estaba en juego. El hecho de que la mayor�a de los alborotadores de �feso “no sab�an por qu� se hab�an reunido” dice mucho sobre la mentalidad de la multitud (Hechos 19:32).

El mot�n m�s infame de la Biblia ocurri� durante el juicio de Jes�s ante Pilato. El gobernador no hab�a encontrado ninguna falta en �l (Lucas 23:4; Juan 19:4). Sin embargo, los principales escribas y l�deres religiosos estaban decididos a matar a Jes�s, as� que agitaron a la multitud (Mateo 27:20; Marcos 15:11). Aqu� tenemos una pista sobre la naturaleza de la mayor�a de los disturbios. Muchos de los que estaban en la multitud hab�an visto los milagros de Jes�s, le hab�an o�do ense�ar en sus sinagogas, e incluso puede que hubieran sido sanos por �l. Sin embargo, bajo la influencia de l�deres fervientes, r�pidamente se volvieron contra �l. La misma gente que hab�a gritado “�Hosanna! �Hosanna!” s�lo unos d�as antes (Marcos 11:9-10) ahora gritaban: “�Crucif�calo!” (Marcos 15:13-14)

La mayor�a de los disturbios comienzan con un instigador, alguien que tiene un plan. Los disturbios pueden parecer estallidos espont�neos de indignaci�n colectiva, aunque una evaluaci�n m�s detallada suele revelar que hay personas que est�n detr�s de la escena y que est�n despertando las pasiones de la multitud. Los que esperan beneficiarse de los disturbios pueden utilizar un discurso incendiario, detalles exagerados y la cooperaci�n de algunos colegas para hacer que los disturbios parezcan espont�neos. En otras palabras, los que incitan a los disturbios hoy en d�a utilizan las mismas t�cticas que los escribas y fariseos en la �poca de Jes�s.

Las personas que se ven envueltas en el fervor del momento no se dan cuenta de que est�n siendo utilizadas. Han sido manipulados para creer que est�n demostrando que tienen raz�n al saquear y destruir indiscriminadamente la propiedad de otros. La presi�n social es un motivador poderoso, y cuando todo el mundo a nuestro alrededor est� enardecido por la furia, gritando opiniones y consignas y exigiendo un “cambio”, es f�cil dejarse arrastrar por la multitud. Ser�a interesante saber cu�ntos de los que exigieron la crucifixi�n de Jes�s se arrepintieron despu�s, cuando los �nimos se enfriaron. En Lucas 23:47 tenemos un indicio de un posible cambio de opini�n. Un centuri�n que hab�a ayudado en la crucifixi�n de Jes�s se dio cuenta de repente de lo que hab�a hecho y dijo: “�Verdaderamente este hombre era justo!”

Los disturbios son una forma de anarqu�a, que la Biblia condena (1 Juan 3:4). Incluso si los alborotadores buscan promover una causa justa, lo hacen de manera pecaminosa. As� como el secretario de la ciudad de �feso record� a los alborotadores de su ciudad: “audiencias se conceden, y proc�nsules hay…Y si demand�is alguna otra cosa, en leg�tima asamblea se puede decidir” (Hechos 19:38-39). No tener ley es considerarse una excepci�n a la ley o actuar como si no existiera. Los infractores creen que las normas no se aplican a ellos y se convierten en una ley para s� mismos. Eso es lo que ocurre en los disturbios. Incluso personas que normalmente respetan la ley pueden enardecerse con furia y auto justificaci�n y decidir que su causa merece la pena de romper las leyes legales, morales y �ticas. Pueden destruir propiedades, obstaculizar el transporte, hacer da�o a personas inocentes y entorpecer la labor de las fuerzas del orden, que podr�an dedicar su tiempo a tareas m�s valiosas. Los manifestantes se sit�an a s� mismos y a sus l�deres por encima de la ley, y eso es pecado (Romanos 13:1-2). La ira, sobre todo cuando est� motivada por la venganza o es difundida por los alborotadores ego�stas, nunca es una v�a confiable (Santiago 1:20). Los que se dejan controlar por ella pueden convertirse en participantes insensatos de disturbios perversos.

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