Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la satisfacci�n en la vida?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la satisfacci�n en la vida?”

Respuesta:
La satisfacci�n es la sensaci�n de estar contento, de que se han cubierto las necesidades o los deseos. La satisfacci�n parece ser una condici�n rara en nuestro mundo actual, ya que muchas personas expresan insatisfacci�n con sus trabajos, sus matrimonios, sus circunstancias y con ellos mismos. La Biblia ense�a que encontrar satisfacci�n en la vida depende de tener una relaci�n con Dios a trav�s de Cristo.

Una expresi�n de la satisfacci�n es el placer que sentimos al alcanzar una meta o lograr una cierta dosis de �xito. Dios dise�� a los seres humanos con una gran habilidad para el gozo, al igual que �l mismo (“G�nesis 1:27”). Puso en nosotros la capacidad de fijar metas y alcanzarlas; luego nos mostr� en G�nesis 1 c�mo es la satisfacci�n saludable. En el tercer vers�culo, la Biblia ya registra que Dios vio lo que hab�a hecho y que era bueno. Nosotros entendemos ese sentimiento. Cuando hemos trabajado para hacer algo bueno, sentimos satisfacci�n.

La satisfacci�n implica contentamiento, estar satisfecho con nuestras circunstancias. La Biblia tiene mucho que decir sobre la satisfacci�n. Primera Timoteo 6:6-8 dice: “Pero gran ganancia es la piedad acompa�ada de contentamiento; porque nada hemos tra�do a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. As� que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”. Aprender a estar contentos es la antesala de la satisfacci�n.

Estar satisfechos significa que no anhelamos nada m�s. Cuando estamos satisfechos, no queremos comer m�s. Cuando se sacia nuestra sed, no anhelamos m�s agua. Cuando estamos en una relaci�n correcta con Dios, nuestras almas est�n satisfechas. “�A qui�n tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi coraz�n desfallecen; mas la roca de mi coraz�n y mi porci�n es Dios para siempre” (Salmo 73:25-26).

En cierto modo, el coraz�n humano es parecido a un ni�o peque�o quejumbroso que, si se le deja solo, nunca estar� satisfecho (Mateo 15:19; Eclesiast�s 6:9; 9:3; Jerem�as 17:9). Acostumbramos a exigir constantemente m�s, m�s grande, mejor, m�s llamativo. Gran parte de la publicidad de hoy est� dise�ada para destruir nuestra satisfacci�n y hacernos creer que necesitamos m�s de lo que tenemos. No obstante, cuando nuestros corazones est�n llenos del Esp�ritu Santo, las exigencias de nuestro coraz�n pueden quedar bajo Su control (G�latas 5:16-17). Reconocemos que Dios ha provisto todo lo que necesitamos para nuestra felicidad presente y podemos, por lo tanto, experimentar satisfacci�n. Jes�s dijo: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

La satisfacci�n con Dios no debe confundirse con la autosatisfacci�n. La satisfacci�n con Dios es el estado de estar complacido y agradecido por la provisi�n y la obra de Dios en nuestras vidas (1 Tesalonicenses 5:18; Efesios 5:20). La autosatisfacci�n es una forma de orgullo. La autosatisfacci�n cree que el estado placentero es el resultado de nuestros propios esfuerzos y le agrada llamar la atenci�n al respecto. Jes�s dio un ejemplo de las personas autosatisfechas en Lucas 12:16-21. En esta par�bola, un hombre rico estaba bastante satisfecho con su abundancia, y su vida giraba en torno a la satisfacci�n de sus deseos. Jes�s nos record� que ninguno de nosotros debe estar tan satisfecho con esta vida como para dejar de lado la eternidad.

Encontramos satisfacci�n en la vida cuando descubrimos nuestro verdadero prop�sito al estar aqu�. Mientras persigamos nuestras propias ideas sobre lo que nos puede satisfacer, nunca lo encontraremos. Al igual que un ni�o que persigue burbujas de jab�n, estamos convencidos de que, si pudi�ramos tener en nuestras manos ese hermoso sue�o, estar�amos contentos para siempre. Y entonces lo alcanzamos. Y desaparece. Y, mira, �hay otra burbuja! As� que seguimos desperdiciando nuestras vidas persiguiendo sue�os de felicidad en forma de burbuja de jab�n mientras que, todo el tiempo, nuestro Creador espera con el manual de instrucciones en Sus manos.

Pablo vivi� durante d�cadas recibiendo palizas, pedradas, encarcelamientos y rechazo. Resumi� la satisfacci�n terrenal en G�latas 2:20 cuando escribi�: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en m�; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me am� y se entreg� a s� mismo por m�.” Cuando nosotros, con Pablo, estamos dispuestos a crucificar diariamente nuestra carne con sus pasiones y deseos (G�latas 5:24) y permitimos que el Esp�ritu Santo viva a trav�s de nosotros, encontramos una mayor plenitud que la que podr�an prometer las burbujas de jab�n de este mundo.

La vida es m�s sencilla cuando reconocemos que nuestro prop�sito es simplemente reflejar la gloria de Dios de la manera �nica para la que �l nos dise�� (1 Corintios 10:31; 2 Corintios 5:20). Cuando nos proponemos vivir para Cristo, el resultado es una satisfacci�n que llega hasta la eternidad. Incluso cuando las necesidades o deseos terrenales piden atenci�n, nuestras almas saben que este estado es temporal y que nuestra satisfacci�n eterna est� m�s adelante. “En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11; cf. Mateo 6:19-21).

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