Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la mundanalidad?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la mundanalidad?”

Respuesta:
La definici�n que el diccionario hace de “mundano” es: “relativo a, o dedicado a, el mundo temporal”. Por lo tanto, la mundanalidad es la condici�n de preocuparse por los asuntos de este mundo, especialmente en detrimento de las cosas espirituales. La Biblia tiene mucho que decir sobre la mundanalidad, y nada de ello es bueno.

Pablo compara la mundanalidad con la inmadurez espiritual en 1 Corintios 3:1-3, donde se dirige a los creyentes de la iglesia de Corinto con respecto a su comportamiento mundano. Aunque eran creyentes – los llama “hermanos” – eran beb�s espirituales que no pod�an entender las cosas profundas de Dios que Pablo deseaba compartir con ellos. Nunca hab�an avanzado m�s all� del aprendizaje de los fundamentos de la fe y, aparentemente, se conformaban con permanecer all�. Esta falta de madurez les llev� a comportarse como si todav�a formaran parte del mundo de los no salvos. Discut�an entre ellos sobre cu�l de los ap�stoles era el m�s grande por el hecho de que lo segu�an (1 Corintios 1:11-13; 3:4), cuando en realidad no segu�an a ninguno de ellos, sino que segu�an sus propios deseos y su anhelo de situarse por encima de los dem�s. Pablo los exhort� a que crecieran y maduraran en la fe para que dejaran de tener un comportamiento mundano.

Las ep�stolas describen la mundanalidad como todo lo contrario a la piedad. La sabidur�a del mundo para nada es sabidur�a (1 Corintios 3:18-19). Antes bien, es una tonter�a, especialmente la sabidur�a del mundo en el tema de la religi�n. Lo vemos hoy en d�a en las interminables discusiones sobre “espiritualidad” por parte de hombres cuya sabidur�a espiritual no se basa m�s que en ilusiones mundanas. La verdadera sabidur�a que viene de Dios se contrapone a la insensata “sabidur�a” del mundo en toda la Escritura. El mensaje de la cruz es una locura para los que tienen una sabidur�a mundana que perece (1 Corintios 1:18) porque la verdadera sabidur�a no proviene de las filosof�as de los hombres, sino de la Palabra de Dios. La verdadera piedad siempre tiene la oposici�n del mundo.

Adem�s, Pablo se refiere a una “tristeza del mundo” (2 Corintios 7:10) que es lo opuesto a la tristeza piadosa que proviene del verdadero arrepentimiento. La tristeza que es de Dios es la que sentimos por nuestro pecado cuando llegamos a verlo como Dios lo ve y cuando nuestro punto de vista est� de acuerdo con el de �l. La tristeza mundana, en cambio, no proviene del conocimiento del pecado contra un Dios santo, sino de las circunstancias en que se encuentran los mundanos. La tristeza del mundo surge del amor a s� mismo y puede originarse por la p�rdida de amigos o propiedades, por la decepci�n o por la verg�enza y la desgracia. No obstante, una vez que las circunstancias se corrigen por s� mismas, la tristeza del mundo desaparece. Sin embargo, la tristeza de Dios s�lo se alivia acudiendo a Cristo, que es el �nico que libera de la pena, el castigo y el poder del pecado.

Por �ltimo, la Escritura establece una clara distinci�n entre la amistad con Dios y la amistad con el mundo. Santiago 4:4 nos dice que “la amistad del mundo es enemistad contra Dios”. Contin�a diciendo que “cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. El ap�stol Santiago utiliza las fuertes palabras “enemistad” y “enemigo” para hacer entender que podemos estar en el mundo o en el reino, pero no en ambos porque est�n en los extremos opuestos del espectro. Aquellos que eligen la mundanalidad eligen vivir en el campo del enemigo porque todo lo que es del mundo est� bajo el control de Satan�s (1 Juan 5:19). Satan�s es el gobernante de este mundo, y cuando elegimos el mundo, nos alistamos en su perverso ej�rcito y nos convertimos en enemigos de Dios.

Para el cristiano, la elecci�n es clara. Para evitar la mundanalidad, debemos madurar en la fe, creciendo en Cristo en todo sentido, de modo que ya no seamos ni�os espirituales, arrastrados por las mentiras del mundo (Efesios 4:14-15). Debemos llegar a conocer la diferencia entre la sabidur�a de Dios y la insensatez de la sabidur�a del mundo, y eso s�lo se logra mediante el estudio cuidadoso y diligente de la Palabra, buscando la sabidur�a de Dios en la oraci�n (Santiago 1:5), y disfrutando de la comuni�n de otros creyentes maduros que pueden animarnos a rechazar la mundanalidad y abrazar la santidad.

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