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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre la hospitalidad?”
Respuesta:
La hospitalidad se puede definir como “la cualidad o disposici�n de recibir y tratar a los invitados y extra�os de forma c�lida, amistosa y generosa”. En el Nuevo Testamento, la palabra griega traducida como “hospitalidad” significa literalmente “amor a los extranjeros”. En las Escrituras, la hospitalidad es una virtud que se ordena y se elogia. En el Antiguo Testamento, Dios lo orden� espec�ficamente: “Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimir�is. Como a un natural de vosotros tendr�is al extranjero que more entre vosotros, y lo amar�s como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto” (Lev�tico 19:33-34).
Durante Su ministerio p�blico, Jes�s y Sus disc�pulos depend�an totalmente de la hospitalidad de los dem�s mientras ejerc�an su ministerio de ciudad en ciudad (Mateo 10:9-10). Del mismo modo, los primeros cristianos tambi�n depend�an de la hospitalidad de otros y la recib�an (Hechos 2:44-45; 28:7). As� mismo, los primeros cristianos tambi�n depend�an de la hospitalidad de otros y la recib�an (Hechos 2:44-45; 28:7). De hecho, los viajeros de la antig�edad depend�an en gran medida de la hospitalidad de los forasteros, ya que viajar pod�a ser peligroso y hab�a muy pocas posadas, y de todas maneras los cristianos pobres no pod�an pagar por alojarse en ellas. Esta generosa disposici�n hacia los forasteros tambi�n inclu�a compartir la casa para los servicios religiosos. La hospitalidad era una virtud muy apreciada en la antig�edad, especialmente para los l�deres cristianos (Tito 1:8; 1 Timoteo 3:2).
El escritor de Hebreos nos recuerda que no debemos olvidarnos de “la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron �ngeles” (Hebreos 13:2). De hecho, en el libro del G�nesis leemos la humilde y generosa muestra de hospitalidad de Abraham hacia tres extra�os. Rico y anciano, Abraham podr�a haber llamado a uno de sus muchos sirvientes para que atendiera a los tres visitantes inesperados. Sin embargo, este Abraham hospitalario y justo les dio generosamente lo mejor que ten�a. Como resultado, hab�a hospedado al Se�or y a dos �ngeles (G�nesis 18:1-8).
Los cristianos son “hechura suya, creados en Cristo Jes�s para buenas obras” (Efesios 2:10). Como seguidores de Cristo, imitamos Su amor y compasi�n cuando mostramos hospitalidad, no s�lo a nuestros hermanos cristianos, sino a�n m�s a los extra�os y a los m�s necesitados. Adem�s, honramos a Dios cuando somos bondadosos con los necesitados (Proverbios 14:31; 19:17). Como dijo Jes�s: “Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos” (Lucas 14:13). Cristo tambi�n nos ense�� el segundo gran mandamiento, “Amar�s a tu pr�jimo como a ti mismo” (Mateo 22:39), y la par�bola del buen samaritano nos ense�a que el “pr�jimo” no tiene nada que ver con la geograf�a, la ciudadan�a o la raza. Dondequiera y cuandoquiera que la gente nos necesite, all� podemos ser pr�jimos y, como Cristo, mostrar misericordia. Esta es la esencia de la hospitalidad.
En el Evangelio de Mateo, Jes�s nos habla del comportamiento hospitalario de los que heredar�n el reino: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la c�rcel, y vinisteis a m�” (Mateo 25:34-36). En la actualidad, casi nunca pensamos en recibir a extra�os, pero la hospitalidad sigue siendo una parte importante del ministerio cristiano (Romanos 12:13; 1 Pedro 4:9). Cuando servimos a los dem�s, servimos a Cristo (Mateo 25:40) y promovemos la difusi�n de la verdad de Dios (3 Juan 5-8).