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Pregunta: “�Qu� dice la Biblia sobre el manejo de las enfermedades mentales?”
Respuesta:
Por lo general, se considera que la enfermedad mental es un trastorno que afecta al estado de �nimo, al pensamiento y al comportamiento. El t�rmino enfermedad mental abarca una amplia gama de trastornos que van desde la depresi�n leve hasta la esquizofrenia, pero para los fines de este art�culo, definiremos la enfermedad mental como una condici�n que deteriora la capacidad de una persona para pensar, sentir, procesar y responder a las situaciones de la vida de manera adecuada. Nuestros cerebros son �rganos f�sicos como los pulmones y los ri�ones y est�n sujetos a enfermedades y da�os al igual que otros �rganos. Sin embargo, dado que nuestro cerebro controla todo lo que hacemos, su mal funcionamiento puede distorsionar nuestras percepciones, lo cual conduce a pensamientos y acciones perjudiciales o da�inas. Las enfermedades mentales pueden distorsionar nuestra visi�n de Dios y de los dem�s. A veces las enfermedades mentales contribuyen a nuestro comportamiento pecaminoso. Dios tiene compasi�n sobre nuestras luchas. �l puede ayudarnos a aprender a manejar las enfermedades mentales e incluso a sanarlas.
Los profesionales de la medicina a�n no comprenden del todo las enfermedades mentales, que pueden tener una variedad de factores determinantes. Algunos factores son f�sicos, como las anomal�as cerebrales, los desequilibrios hormonales y las alteraciones de los neurotransmisores. Incluso aspectos como la nutrici�n, el ejercicio y el sue�o afectan a la salud mental. Una medicaci�n adecuada y una buena terapia pueden ayudar a aliviar esos s�ntomas. Otras enfermedades mentales se producen por sucesos traum�ticos o abusos en la infancia. A veces, un “mecanismo de supervivencia” que fue �til en una situaci�n se traslada a una etapa posterior de la vida en la que deja de ser �til o adaptable. Tambi�n hay que tener en cuenta el modo en que nuestro comportamiento influye en nuestra salud f�sica y nuestra salud f�sica influye en nuestro comportamiento. A veces el comportamiento no saludable hace que nuestros cuerpos no sean saludables, lo que a su vez conduce a un comportamiento m�s insalubre; el ciclo es dif�cil de romper. A veces nuestro propio pecado contribuye a la enfermedad mental. Cuando obedecemos los mandatos de las Escrituras, podemos evitar algunos aspectos de las enfermedades mentales y saber responder mejor cuando encontramos una enfermedad mental en nosotros mismos o en otra persona (Romanos 12:2). Generalmente, lo mejor es un tratamiento gradual porque hay m�ltiples factores que contribuyen a la enfermedad mental.
La enfermedad mental tiene otro factor que no se suele tener en cuenta a la hora de dise�ar los programas de tratamiento. Gran parte de lo que llamamos enfermedad mental tiene un componente espiritual que, si no se aborda, mantiene a la persona en esclavitud. Los seres humanos tienen un esp�ritu. Ser creados a imagen y semejanza de Dios significa que tenemos una vida diferente a la de los animales o las plantas. Nuestras vidas est�n directamente conectadas con la vida de Dios. Hechos 17:28 dice: “Porque en �l vivimos, y nos movemos, y somos”. Cuando estamos desconectados de Dios, no podemos vivir como seres completos. Sentimos el vac�o y tratamos de llenarlo con otras cosas. En �ltima instancia, esas cosas nos fallan, y eso puede contribuir a la enfermedad mental. Por supuesto, el primer paso para llegar a ser espiritualmente completos es recibir la vida eterna a trav�s de Jesucristo. Pero incluso para aquellas personas que tienen una relaci�n con Dios a trav�s de Jes�s, seguimos teniendo a veces percepciones err�neas sobre qui�n es realmente Dios y que pueden afectar negativamente a nuestra visi�n de nosotros mismos, de los dem�s y del mundo y que contribuyen a la enfermedad mental. El pecado tambi�n puede interponerse en nuestra comuni�n con Dios y afectar negativamente a nuestra salud mental. Cuando estamos inmersos en la verdad de Dios y en una relaci�n activa con �l, estamos mejor equipados para manejar las enfermedades mentales.
La enfermedad espiritual es con frecuencia una parte importante de la enfermedad mental. Cuando nuestros esp�ritus est�n completamente sanos, nuestras mentes pueden pensar con claridad. El Salmo 23:3 dice que nuestro Buen Pastor “restaura mi alma”. Aunque muchas enfermedades mentales son causadas directamente por anormalidades del cerebro, muchas otras provienen de almas que necesitan restauraci�n. La falta de perd�n (2 Corintios 2:10-11), la amargura (Hebreos 12:15), el miedo y la ansiedad (Filipenses 4:6-7) y la baja autoestima pueden paralizar nuestras almas. Cuando nuestras almas est�n heridas, no podemos pensar con claridad. Vemos cada evento de la vida a trav�s de un filtro distorsionado. Un d�a soleado s�lo nos recuerda el d�a en que fuimos heridos. Cuando vemos a una pareja feliz caminando por la calle, nos viene una descarga de ira debida a una herida no sanada. Los comentarios casuales, las tensiones normales de la vida y el trato desconsiderado pueden hacer que una persona con un alma sin sanar reaccione como una persona con una enfermedad mental. Cuando cedemos continuamente a esos pensamientos err�neos, perpetuamos nuestras propias luchas.
Aunque Jes�s san� directamente a personas que se consideraban enfermas mentales, tambi�n reconoci� el control demon�aco en otros y expuls� a los demonios (por ejemplo, Marcos 1:34; Lucas 11:14). El endemoniado de los gadarenos era un hombre que los psiquiatras llamar�an enfermo mental (ver Marcos 5:1-20). Estaba fuera de control, se comportaba de forma inaceptable, y hoy en d�a confinar�amos a este hombre en un centro. Con todo, Jes�s se dirigi� directamente al verdadero problema. Orden� que la legi�n de demonios saliera del hombre. Una vez que lo hicieron, el hombre qued� “en su sano juicio” (vers�culo 15). Aunque no todas las enfermedades mentales se deben a la participaci�n demon�aca, puede haber personas diagnosticadas con enfermedades mentales hoy en d�a que est�n experimentando alg�n tipo de influencia demon�aca. Estas personas necesitan, ante todo, la liberaci�n espiritual que se les ofrecer� al entregarse a Jes�s.
As� como tenemos compasi�n por los que est�n f�sicamente enfermos, tambi�n debemos tener compasi�n por los que est�n mentalmente enfermos (Mateo 14:14). As� como buscamos ayuda cuando estamos f�sicamente enfermos, tambi�n debemos buscar ayuda cuando estamos luchando con nuestros pensamientos, emociones o comportamientos. No debemos juzgar la causa espec�fica de las enfermedades mentales de los dem�s, sino que debemos orar por ellos y ofrecerles apoyo (Santiago 5:14). No podemos asumir que una enfermedad mental es el resultado del pecado o de la influencia demon�aca; sin embargo, no debemos ignorar esas posibilidades cuando tratemos de ayudar a alguien o cuando busquemos ayuda nosotros mismos. Tenemos muchas herramientas para ayudar con el tratamiento de las enfermedades mentales, incluyendo la medicina, la psiquiatr�a, el apoyo de la comunidad y la informaci�n. Debemos tener cuidado de no descuidar el aspecto espiritual de la enfermedad mental. Podemos compartir la verdad de Dios con los que luchan contra la enfermedad mental, animarlos en la medida de nuestras posibilidades y apoyarlos en la oraci�n. Cuando estamos luchando con una enfermedad mental, debemos estar atentos para seguir buscando la verdad de Dios, acudir a �l en oraci�n y permitir que otros creyentes nos apoyen en nuestro momento de necesidad (2 Corintios 1:3-5; Romanos 12:9-21; G�latas 6:2-10; Juan 13:34-35).