Pregunta: “�Por qu� se habla mucho de la lepra en la Biblia?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Por qu� se habla mucho de la lepra en la Biblia?”

Respuesta:

En la Biblia, la palabra lepra se menciona m�s de 40 veces, dependiendo de la versi�n b�blica que se est� utilizando. La lepra era com�n en los tiempos b�blicos, y las muchas referencias a ella se entend�an bien por parte de los que viv�an en condiciones poco higi�nicas. La raz�n principal por la que se habla tanto de la lepra en la Biblia es que es un ejemplo gr�fico del poder destructivo del pecado. En el antiguo Israel la lepra era una poderosa lecci�n sobre la influencia del pecado en la vida de una persona.

Dios les hab�a dado a los israelitas unas instrucciones muy claras sobre c�mo tratar la lepra y otras enfermedades de la piel (Lev�tico 13). Todos los sospechosos de tener esta enfermedad ten�an que ir a un sacerdote para que los examinara (Lev�tico 13:2-3). Si se encontraba infectado, “Y el leproso en quien hubiere llaga llevar� vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonar�: �Inmundo! �Inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en �l, ser� inmundo; estar� impuro, y habitar� solo; fuera del campamento ser� su morada” (Lev�tico 13:45-46). El leproso se consideraba totalmente impuro, f�sica y espiritualmente.

Siendo imposible que el hombre la pueda sanar, muchos pensaban que Dios castigaba a la gente con la maldici�n de la lepra por los pecados que comet�an. De hecho, los leprosos eran tan despreciados y odiados que no se les permit�a vivir en ninguna comunidad con su propio pueblo (N�meros 5:2). Entre las sesenta y una impurezas de las antiguas leyes jud�as, la lepra ocupaba el segundo lugar en gravedad despu�s de un cad�ver. A un leproso no se le permit�a acercarse ni a dos metros de cualquier persona, incluyendo a su propia familia. La enfermedad era considerada algo tan repugnante que al leproso no se le permit�a acercarse a menos de 45 metros de cualquier persona cuando el viento soplaba. Los leprosos viv�an en una comunidad junto con otros leprosos hasta que se recuperaban o mor�an. Esta era la �nica forma en que el pueblo sab�a controlar la propagaci�n de las distintas formas de lepra.

La Biblia nos cuenta la historia de un leproso que fue la primera persona en ser sanada por Jes�s (Mateo 8:2-4). La principal lecci�n que debemos aprender de este hecho es que el pecado nos contamina a los ojos de Dios, pero a trav�s de Cristo, podemos ser sanados de la plaga del pecado que nos separa de Dios. Dios aborrece el pecado; es repugnante para �l. El pecado nos proh�be acercarnos a la presencia de Dios, porque Dios no permite que el hombre pecador entre en Su presencia (Salmo 5:5; Habacuc 1:13; Apocalipsis 21:27). Esto no es solamente verdad para los pecados con connotaci�n sexual normalmente considerados como sucios y repulsivos, sino que tambi�n incluye cualquier forma de desobediencia y rebeli�n (1 Samuel 15:23; Proverbios 15:9). Todo pecado es abominable para Dios. Pero los que han sido redimidos del pecado por gracia mediante la fe en Cristo (Efesios 2:8-9) pueden estar en la presencia de Dios confiados en que somos aceptados “en el Amado”, y lo alabamos por la gracia que nos ofrece para este prop�sito (Efesios 1:5-7).

Una vez que logremos ver un poco de la santidad y la pureza de Dios, debemos exclamar lo mismo que el profeta Isa�as: “�Ay de m�! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehov� de los ej�rcitos” (Isa�as 6:5). La actitud que tenemos ante el pecado, en vista de nuestro Salvador, deber�a reflejar las palabras de Pedro: “Ap�rtate de m�, Se�or, porque soy hombre pecador” (Lucas 5:1-8). Otra importante lecci�n que aprendemos del leproso en el Evangelio de Mateo es que, al igual que el leproso, podemos acercarnos a Jes�s con confianza y con toda nuestra necesidad, con todo nuestro pecado y nuestra contaminaci�n. Cuando pidamos que nos limpie y nos perdone, �l no nos rechazar� (Hebreos 4:16; Salmo 103:12).

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