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Pregunta: “�Cu�l debe ser la respuesta de un cristiano ante la falta de sexo en el matrimonio (un matrimonio sin sexo)?”
Respuesta:
La intimidad f�sica es parte del plan normal de Dios para el matrimonio, y un esposo y una esposa tienen la responsabilidad de satisfacer las necesidades del otro en esta �rea (1 Corintios 7:2-4). Asumiendo que no hay ninguna condici�n f�sica o m�dica que impida la actividad sexual, la ausencia de sexo en el matrimonio debe venir por consentimiento mutuo para las actividades espirituales durante cortos per�odos de tiempo (1 Corintios 7:5).
Un matrimonio sin sexo es motivo de preocupaci�n. Descartando de nuevo las dificultades f�sicas, lo m�s probable es que la ra�z sea espiritual. Lo primero que hay que hacer es orar pidiendo sabidur�a, misericordia y gracia para ayudar en el momento de necesidad (Santiago 1:5; Hebreos 4:16). Siempre es bueno poner en orden la propia casa antes de tratar de corregir a otra persona; por lo tanto, si un c�nyuge se siente perjudicado en esta �rea, debe pedir al Se�or que le revele cualquier cosa que pueda estar haciendo para contribuir al problema (Salmo 139:23). Dios responder� a esa oraci�n, siempre que estemos dispuestos a escuchar.
Si el c�nyuge afectado descubre que ha contribuido a la causa de la falta de sexo en el matrimonio, debe confesar el pecado a Dios y al c�nyuge y tomar medidas para corregir su comportamiento (Proverbios 28:13). Si se ha hecho esto y todav�a no hay intimidad sexual, el c�nyuge afectado debe continuar orando diariamente pidiendo gracia para amar incondicionalmente y confiando en que Dios actuar� en Su tiempo. Esto es ahora una prueba de fe (Santiago 1:2-4). Mientras tanto, el c�nyuge afectado debe tener cuidado de mantener las l�neas de comunicaci�n abiertas con su pareja y nunca ignorar los mandatos de Dios sobre la relaci�n matrimonial (Efesios 5:22-33). Se necesita tiempo y paciencia para esperar en el Se�or y mantener los ojos en �l para sobreponerse a las circunstancias.
Si la falta de sexo en el matrimonio se debe a que la esposa rechaza la intimidad, el esposo debe considerar si est� siendo obediente al mandato de Dios de amar a su esposa como Cristo ama a la iglesia (Efesios 5:25-33) o si est� viviendo con ella “de manera comprensiva” (1 Pedro 3:7). Esto es especialmente importante si ella tiene sentimientos de inferioridad o rechazo. Por lo general, el marido puede no reconocer su parte en los problemas de su esposa, y ella simplemente est� actuando como consecuencia de la frustraci�n o la ira reprimida. La comunicaci�n honesta y el perd�n son las mejores maneras de abordar este tema; hay que tener cuidado de evitar el “juego de la culpa”. Primera de Corintios 13 sirve como lista de chequeo: �coincide la descripci�n del amor de ese cap�tulo con el trato que el esposo le da a su esposa? El amor piadoso lo mantendr� alejado de la amargura contra su esposa y de la dureza hacia ella (Colosenses 3:19).
Si la falta de sexo en el matrimonio se debe a que el marido rechaza la intimidad, la esposa puede estar descuidando su responsabilidad ante Dios de amar, respetar y someterse a su marido (Efesios 5:22-24). Si �l se siente ignorado, inferior o dominado, puede rechazar la intimidad para vengarse o recuperar el control, o puede perder el inter�s por completo. En cualquier caso, “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna ra�z de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15).
Si un c�nyuge se niega a tener relaciones sexuales aparentemente sin motivo, puede haber un problema m�s profundo y oculto del pasado. En este caso, la consejer�a podr�a ayudar a que el problema salga a la superficie y, con suerte, sea tratado. De todos modos, ambas partes deber�an tomarse un tiempo libre y sentarse con la intenci�n de hablarlo sin echarse la culpa. Un pastor o consejero b�blico puede ser una ayuda maravillosa durante estas conversaciones. El objetivo debe ser entender la perspectiva del c�nyuge, para que entonces la pareja pueda avanzar junta en la direcci�n correcta y permitir que comience el cambio.
No se puede forzar la sanidad y puede llevar alg�n tiempo. Mientras tanto, el perd�n es un mandato inmediato (Mateo 6:14-15). Si ambas partes desean lo mejor de Dios y si el proceso se realiza con humildad y sinceridad, es posible volver a tener una intimidad plena. Una pareja herida debe comprometerse a pasar tiempo en la Palabra diariamente, a la oraci�n, a la obediencia a Dios y al otro. Entonces podr�n confiar pacientemente en que el Se�or trabajar� en los corazones de ambos y sanar� lo que est� causando la falta de sexo en el matrimonio.