Pregunta: “�C�mo puedo consolarme cuando ha muerto un ser querido que no es salvo?”

Respuesta:


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Pregunta: “�C�mo puedo consolarme cuando ha muerto un ser querido que no es salvo?”

Respuesta:
Para el creyente, la muerte de un ser querido que no es salvo es muy dif�cil. A veces nos parece que nunca encontraremos consuelo o paz mental cuando conocemos el destino que le espera al que no es salvo. Cuando un ser querido que ha sido salvo muere, lo echamos de menos, pero no nos afligimos “como los otros que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4:13), porque sabemos que un d�a nos reuniremos en el cielo.

Pero para los que mueren sin Cristo, sabemos que no volveremos a verlos, y es muy dif�cil encontrar consuelo en esa situaci�n.

Especialmente para aquellos que se han esforzado en comunicar las verdades del Evangelio a sus seres queridos, se asocia a esta situaci�n un dolor que pregunta “�por qu�?” Como cristianos, nos preguntamos c�mo puede alguien rechazar un regalo tan precioso. Nuestra alegr�a en el Se�or nos mueve a desear ese mismo gozo para los dem�s. Sin embargo, la verdad es que, aunque la invitaci�n est� abierta a todos, algunos no recibir�n el regalo. En todo caso, podemos encontrar consuelo, �nimo y seguridad en la verdad de que, aunque no volvamos a ver a nuestro ser querido, Dios es siempre fiel y justo. Es sorprendente entender que Dios es tan paciente y deja la puerta abierta durante tanto tiempo.

“El Juez de toda la tierra, �no ha de hacer lo que es justo?” (G�nesis 18:25). Esto es un gran consuelo para quienes tenemos seres queridos que han pasado a la eternidad y no estamos seguros del destino de sus almas. Dios es un juez soberano de justicia, lleno de gracia y misericordia para todos los que le invocan. Es Su misma justicia la que ofrece un “camino” para que todos escapen del juicio de Su justicia, y es en esa justicia en la que debemos descansar. Es la gracia la que nos salva, y es la gracia en la que debemos apoyarnos cuando pasamos por el doble dolor de la muerte de un ser querido que no es salvo. Debemos recordar que no podemos hacer esta elecci�n por nadie m�s, y si ellos fueron a la eternidad sin Cristo, esa fue su elecci�n a pesar de la oferta de la gracia.

Aunque podemos tener dolor al recordar a ese ser querido mientras estamos en esta vida y pasar por el proceso de duelo, llegar� un momento en que cada creyente nacido de nuevo estar� con el Se�or. En ese d�a “Enjugar� Dios toda l�grima de los ojos de ellos; y ya no habr� muerte, ni habr� m�s llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4). No podemos comprender c�mo ser� eso porque vivimos en el tiempo y estamos limitados por nuestras mentes finitas. Sin embargo, el solo hecho de pensar en ello es suficiente para darnos consuelo y �nimo. Cuando veamos al Se�or, todo el dolor que tenemos ahora desaparecer�. “Tambi�n vosotros ahora ten�is tristeza; pero os volver� a ver, y se gozar� vuestro coraz�n, y nadie os quitar� vuestro gozo” (Juan 16:22). Mientras tanto, podemos descansar en los brazos eternos de Dios, que siente nuestro dolor y nos consuela con Su gran amor y misericordia.

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