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Pregunta: “�C�mo puedo aprender a confiar en la fidelidad de Dios?”
Respuesta:
En muchos lugares de la Escritura se exalta la fidelidad de Dios. Lamentaciones 3:22-23 dice: “Por la misericordia del Se�or no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada ma�ana; grande es tu fidelidad”. Entonces, �qu� es la fidelidad?
La palabra hebrea traducida como “fidelidad” significa “constancia, firmeza, fidelidad”. Lo contrario de ser fiel es ser siempre cambiante o vacilante. El Salmo 119:89-90 dice: “Para siempre, oh Se�or, Permanece tu palabra en los cielos. De generaci�n en generaci�n es tu fidelidad; t� afirmaste la tierra, y subsiste”. Aqu� la fidelidad se equipara con la Palabra de Dios. Dios habla una verdad interminable. Si Dios habl� algo hace mil a�os, sigue siendo v�lido. �l es fiel a Su Palabra, porque Su Palabra es una expresi�n de Su car�cter. Las promesas que hizo siguen siendo ciertas porque �l no cambia (Malaqu�as 3:6). Vemos esto ilustrado desde una perspectiva humana en una pareja casada por muchos a�os. Cuando la esposa yace en su lecho de muerte, su esposo se sienta cerca sosteniendo su mano. �l no la deja, aunque ella ya no lo reconoce. �l es fiel a las promesas que le hizo. Del mismo modo, Dios sigue siendo fiel a Sus promesas, aunque a menudo le seamos infieles (2 Timoteo 2:13).
Aprendemos a confiar en el car�cter de una persona al conocerla. No confiar�amos nuestra cuenta bancaria a un extra�o que conocimos en la fila de la oficina del correo – no tenemos experiencia con �l. No conocemos su car�cter. Antes de conocer a Dios, tenemos miedo de confiar en �l. Todav�a no sabemos qui�n es o qu� puede hacer. Aprendemos a confiar en Dios conociendo Su car�cter. Hay tres maneras de llegar a conocerlo: estudiando Su Palabra, analizando Su obra en nuestras propias vidas, y aprendiendo a seguir Su voz.
Cuando estudiamos la Palabra de Dios, surge un patr�n. Aprendemos que Dios nunca cambia y nunca miente (N�meros 23:19; 1 Samuel 15:29). Aprendemos a trav�s de las Escrituras que Dios nunca ha fallado en el pasado (Isa�as 51:6). �l siempre fue fiel a Su Palabra a medida que obraba en las vidas de los antiguos israelitas. Cuando dijo que har�a algo, lo hizo (N�meros 11:23; Mateo 24:35). Comenzamos a desarrollar la confianza en Su car�cter demostrado. Podemos confiar en que Dios ser� fiel a s� mismo. Nunca dejar� de actuar como Dios. Nunca dejar� de ser soberano, santo o bueno (1 Timoteo 6:15; 1 Pedro 1:16).
Aprendemos a trav�s de nuestra propia historia que �l jam�s nos ha fallado. Una orden que Dios daba con frecuencia a los israelitas era: “Acordaos” (Deuteronomio 8:2; Isa�as 46:9). Cuando recordaban todo lo que Dios hab�a hecho por ellos, pod�an confiar m�s f�cilmente en �l para el futuro. Necesitamos recordar intencionalmente todas las maneras en que Dios nos ha provisto y liberado en el pasado. Llevar un diario de oraci�n puede ayudarnos a hacerlo. Cuando recordamos las formas en que Dios ha respondido a nuestras oraciones, nos prepara para seguir pidiendo y esperando respuestas. Cuando acudimos a �l en oraci�n, sabemos que siempre nos escucha (1 Juan 5:14; Salmo 34:15). �l provee lo que necesitamos (Filipenses 4:19). Y siempre har� que todo obre para nuestro bien cuando se lo confiamos a �l (Romanos 8:28). Aprendemos a confiar en la fidelidad futura de Dios recordando Su fidelidad en el pasado.
Y tambi�n podemos confiar en �l aprendiendo a distinguir Su voz de las dem�s que rivalizan por llamar la atenci�n. Jes�s dijo: “Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27). Nosotros, que pertenecemos a Jes�s, necesitamos cultivar la capacidad de escucharlo. �l habla principalmente a trav�s de Su Palabra, pero tambi�n puede hablar a trav�s de otras personas, de las circunstancias y de la confirmaci�n interna del Esp�ritu Santo (Romanos 8:16). Cuando leemos y meditamos cuidadosamente en las Escrituras, el Esp�ritu Santo generalmente despierta nuestros corazones hacia un vers�culo o pasaje y nos ayuda a reclamarlo y aplicarlo a nuestra situaci�n actual. Lo que el Esp�ritu nos muestra en Su Palabra se debe tomar por fe como Su mensaje para nosotros. Construimos la confianza al reclamar Sus promesas y aplicarlas a nuestras vidas.
Por encima de todas las cosas, a Dios le gusta que demostremos fe (Hebreos 11:6). La fe es confiar en el car�cter de Dios antes de ver c�mo va a hacer las cosas. �l nos ha dado Su Palabra, y Sus promesas siguen vigentes. A medida que vemos la forma en que �l cumple Sus promesas, crece nuestra confianza en Su fidelidad. As� como nuestra confianza en otras personas crece con la interacci�n diaria, nuestra confianza en Dios crece de la misma manera. Confiamos en �l cuando lo conocemos, y conocerlo es confiar en �l. Cuando le conocemos, podemos descansar en Su bondad, incluso cuando no entendemos las circunstancias que parecen contradecirla. Podemos confiar en que el plan de Dios para nosotros prevalecer� (Proverbios 19:21). Al igual que un ni�o conf�a en un padre amoroso, podemos confiar en que nuestro Padre celestial siempre har� lo correcto.