Pregunta: “�Acaso la oraci�n cambia la forma de pensar de Dios?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Acaso la oraci�n cambia la forma de pensar de Dios?”

Respuesta:
La mejor manera de responder a esta pregunta es dividi�ndola en dos partes: 1) �Acaso la oraci�n cambia la forma de pensar de Dios? y 2) �La oraci�n cambia las cosas? La respuesta a la primera es que no, Dios no cambia Su parecer. La respuesta a la segunda es que s�, la oraci�n cambia las cosas. Entonces, �c�mo puede la oraci�n cambiar las circunstancias sin cambiar la voluntad de Dios?

En primer lugar, para que Dios cambie de opini�n, tendr�a que perfeccionarse a s� mismo hasta cierto punto. En otras palabras, si Dios cambiara de opini�n, esa acci�n sugerir�a que Su primera postura era deficiente, pero, debido a que oramos, �l mejor� Su plan respecto a nuestra situaci�n. Nosotros cambiamos de opini�n cuando vemos una mejor manera de hacer algo. Pens�bamos en A pero nos dimos cuenta de que B era mejor, as� que cambiamos de opini�n. Ahora bien, como Dios conoce todas las cosas, desde el principio hasta el final (Apocalipsis 22:13; Efesios 1:4), no es posible que mejore ning�n plan que haya elaborado. Sus planes ya son perfectos (2 Samuel 22:31), y ha declarado que Sus planes prevalecer�n (Isa�as 46:9-11).

�Y qu� decir de los pasajes como �xodo 32:14 que parecen indicar que Dios se “arrepinti�” de lo que hab�a hecho? La palabra hebrea nacham, que a menudo se traduce como “arrepentirse” o “cambiar de opini�n”, tambi�n puede significar “dolor” o “traer consuelo”. G�nesis 6:6 es la primera aparici�n de esta palabra en referencia al Se�or: “Y se arrepinti� el Se�or de haber hecho hombre en la tierra, y le doli� en su coraz�n”. Esto parece suponer que Dios se arrepinti� de Su decisi�n de crear seres humanos. Pero, como los caminos de Dios son perfectos, tenemos que buscar otras formas de entenderlo. Si aplicamos las definiciones secundarias de la palabra traducida: “se arrepinti�”, podemos entender que este vers�culo significa que la maldad del hombre trajo gran tristeza al coraz�n de Dios, especialmente en vista de lo que �l debe hacer para restaurarlos.

Jon�s 3:10 es otro ejemplo de la palabra hebrea nacham: “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepinti� del mal que hab�a dicho que les har�a, y no lo hizo”. En otras palabras, Dios se consol� al ver que no ten�a que destruir a los ninivitas como hab�a dicho que har�a. No cambi� de opini�n; ya sab�a que se arrepentir�an. Sus acciones son siempre una parte de Su m�s grande plan que hab�a sido preparado antes de crear el mundo. Jerem�as 18:8 ayuda a explicar este concepto: “Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual habl�, yo me arrepentir� del mal que hab�a pensado hacerles”. Dios no est� cambiando de opini�n; se consuela con la verdad de que el arrepentimiento del hombre frenar� las consecuencias que �l, en Su justicia, ya ha establecido.

Entonces, si la oraci�n no cambia la voluntad de Dios, �por qu� oramos? �Cambia la oraci�n nuestras circunstancias? S�. Dios se deleita en cambiar nuestras circunstancias como respuesta a nuestras oraciones de fe. Jes�s nos ense�� a “orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1). Primera de Juan 5:14-15 tambi�n nos recuerda que, cuando oramos conforme a la voluntad de Dios, �l nos escucha y responde. La frase clave es “conforme a Su voluntad”. Esa voluntad tambi�n incluye Su tiempo.

Podemos pensarlo as�: un padre planea dar a su hija una preciosa reliquia cuando cumpla 16 a�os. �l sabe que para ese momento ella ser� lo suficientemente madura como para asumir la responsabilidad de ser la due�a. Pero tambi�n planea esperar a d�rselo hasta que ella lo pida, porque quiere que ella valore ese regalo. Sin embargo, a los 11 a�os, ella empieza a pedirlo. Suplica, reclama y se enfada cuando en su 12�, 13� y 14� cumplea�os sigue sin tener la reliquia. Madura un poco y deja de pedirlo, hasta que, a los 16 a�os, se dirige a su padre mostrando una actitud m�s amable, explicando la necesidad que tiene de ese objeto y expresando su confianza en que su padre se har� cargo de esa necesidad. Al poco tiempo, �l se lo entrega con mucha alegr�a. �Cambi� de opini�n? No, siempre hab�a pensado que se lo iba a regalar. �Necesitaba ella pedirlo? S�, eso fue parte de su decisi�n.

De igual manera, nuestro Padre celestial nos invita a pedirle todo lo que necesitamos. �l se complace en d�rnoslo cuando est� dentro de Su plan. Sabe que no siempre entendemos Sus tiempos, aunque espera que confiemos y no dudemos (Santiago 1:5-6; Mateo 6:8). Nuestras oraciones ayudan a alinear nuestros corazones con el suyo para que Su voluntad sea nuestra meta m�s alta (Lucas 22:42). �l promete escuchar y conceder los deseos de nuestro coraz�n cuando �ste sea completamente suyo (Salmo 37:4; 2 Cr�nicas 16:9).

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