Pregunta: “�Acaso la Biblia dice que el abandono es una raz�n v�lida para divorciarse y volverse a casar?”

Respuesta:


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Pregunta: “�Acaso la Biblia dice que el abandono es una raz�n v�lida para divorciarse y volverse a casar?”

Respuesta:
Las Escrituras dejan claro que el matrimonio forma parte del mandato de la creaci�n. Lo �nico en la creaci�n que Dios declar� “no bueno” fue la soledad del hombre (G�nesis 2:18), as� que se cre� la mujer y se fund� la relaci�n matrimonial. La mujer fue creada para estar en una relaci�n complementaria con el hombre, para ser su colaboradora (G�nesis 2:21-22). Dios los bendijo y determin� que el hombre es responsable de dejar el hogar y establecer un nuevo hogar con su esposa. Los dos deb�an convertirse en “una sola carne”, es decir, ya no eran dos individuos aut�nomos y separados, sino un solo hogar (G�nesis 2:24).

A lo largo de las Escrituras, vemos la idea de que el matrimonio representa la relaci�n que Dios tiene con Su pueblo. El matrimonio se describe como una relaci�n de pacto en Malaqu�as 2:14 y Proverbios 2:17. En Oseas, Dios dice que desposar� a Su pueblo en matrimonio (2:19-20). En el Nuevo Testamento, Pablo describe el matrimonio como un tipo de la relaci�n de Cristo con Su Iglesia (Efesios 5:22-32).

Debido a la importancia que se le da a la relaci�n matrimonial, y por lo que representa, no es de extra�ar que Dios ponga severos l�mites al divorcio. El Deuteronomio 24 se�ala algunas pautas para el divorcio (vers�culos 1-4), pero son tan generales que se prestaban a importantes variaciones en la interpretaci�n rab�nica. Algunos rabinos ense�aban b�sicamente que el divorcio pod�a ser por cualquier motivo, mientras que otros defend�an l�mites m�s estrictos. Jes�s demostr� que la Ley Mosaica no justifica el divorcio, sino que lo limita (Mateo 19:3-9). Mois�s s�lo permit�a el divorcio porque reconoc�a que nuestra naturaleza pecadora lo exig�a (“por la dureza de vuestros corazones”). El punto de vista de Jes�s respecto a la permanencia del matrimonio queda claro en Mateo 5:31-32, donde dice que la �nica justificaci�n posible es el adulterio.

La idea de que el abandono es una posible justificaci�n del divorcio proviene de la carta de Pablo a los Corintios (1 Corintios 7:10-16). Despu�s de establecer que la ense�anza directa de Jes�s sobre el tema es que el divorcio no se debe llevar a cabo, Pablo aborda una situaci�n sobre la que el Se�or no tuvo palabras espec�ficas. Las palabras de Pablo aqu�, precedidas por “a los dem�s yo, no el Se�or, digo…”, no deben considerarse menos inspiradas por el Esp�ritu Santo. En el vers�culo 15, Pablo dice que, en el caso de un creyente casado con una incr�dula, si la incr�dula decide dejar la relaci�n, el creyente no tiene ninguna obligaci�n de insistir en que el matrimonio contin�e. Las palabras finales de ese vers�culo explican por qu�: “Dios nos ha llamado a la paz”. Un matrimonio que permanece intacto a pesar del deseo de uno de los integrantes de la pareja de abandonarlo, sin duda no ser� pac�fico.

Tradicionalmente, la doctrina reformada es que el divorcio s�lo debe limitarse a razones de infidelidad. Sin embargo, el hecho de que algo sea l�cito no significa que sea lo mejor (v�ase 1 Corintios 6:12). La relaci�n matrimonial es la m�s �ntima de las relaciones humanas (de ah� la declaraci�n de “una sola carne” de G�nesis 2). En consecuencia, las palabras para “divorcio”, tanto en hebreo como en griego, son muy fuertes, e indican una verdadera ruptura de la relaci�n. Se ha demostrado repetidamente que el modelo b�blico de matrimonio tiene �xito en las sociedades en general. Los matrimonios fuertes construyen familias fuertes, y las familias fuertes construyen iglesias y comunidades fuertes. Aunque el divorcio es permisible en algunos casos, el verdadero procedimiento b�blico ser�a reprender, esperar el arrepentimiento, ofrecer el perd�n y reconciliarse (v�ase Mateo 18:15-17).

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