Pregunta: “�A qu� se refiere la Biblia cuando dice que no peques cuando est�s enfadado? (Efesios 4:26)?”

Respuesta:


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Pregunta: “�A qu� se refiere la Biblia cuando dice que no peques cuando est�s enfadado? (Efesios 4:26)?”

Respuesta:
Efesios 4:26 dice: “‘Airaos, pero no pequ�is; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Para entender este mandamiento, es bueno diferenciar las emociones de las acciones. Todos sentimos emociones. Hay momentos en los que sentimos tristeza, dolor, frustraci�n, emoci�n, alegr�a e ira. Estos sentimientos son naturales y no son pecaminosos en s� mismos. Lo que puede ser pecaminoso es c�mo actuamos con esas emociones. Las emociones son internas y no se dirigen contra las personas. La acci�n es externa y puede dirigirse positiva o negativamente hacia los dem�s.

Aqu� est� el contexto del vers�culo: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su pr�jimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequ�is; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte m�s, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qu� compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificaci�n, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contrist�is al Esp�ritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el d�a de la redenci�n. Qu�tense de vosotros toda amargura, enojo, ira, griter�a y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdon�ndoos unos a otros, como Dios tambi�n os perdon� a vosotros en Cristo” (Efesios 4:25-32).

Este pasaje es una continuaci�n de las ense�anzas de Pablo sobre la nueva naturaleza que recibimos a trav�s del Esp�ritu Santo por la fe en Jesucristo (Efesios 4:17-24). Si nos enojamos por alguna raz�n -experimentamos la emoci�n o la pasi�n involuntaria de la ira – no debemos permitir que �sta provoque acciones pecaminosas. Y no nos quedamos enfadados. No nos entretenemos con eso. Lo enfrentamos r�pidamente, de manera constructiva y que honre a Dios, para que no se fortalezca y produzca amargura en nuestras vidas. La advertencia b�blica es tratar la ira el mismo d�a de la provocaci�n. Antes de irnos a dormir esa noche, deber�amos haber tomado medidas positivas para encontrar una soluci�n al problema y aliviar la ira.

Si no afrontamos la ira de forma constructiva y nos involucramos en expresiones pecaminosas de ira, le damos al diablo cierta ventaja contra nosotros (Efesios 4:27). El mismo pasaje contin�a diciendo que debemos esforzarnos por deshacernos de toda ira y de los pecados que la acompa�an: “Qu�tense de vosotros toda amargura, enojo, ira, griter�a y maledicencia, y toda malicia” (vers�culo 31).

En vez de permitir que la emoci�n de la ira se convierta en acciones pecaminosas, debemos ser “benignos unos con otros, misericordiosos, perdon�ndoos unos a otros, como Dios tambi�n os perdon� a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32). Todo ello forma parte del “del nuevo hombre, creado seg�n Dios en la justicia y santidad de la verdad” (vers�culo 24). Uno de los poderes que el Esp�ritu Santo ha dado a los creyentes despu�s de su transformaci�n espiritual mediante la fe en Jesucristo es el dominio propio (ver G�latas 5:22-23). Necesitamos pedirle a Dios que nos llene con su Esp�ritu cuando nos enojamos; el dominio propio ser� el resultado sobrenatural.

A veces, todos permitimos que nuestra ira se apodere de nosotros. Cuando nos hacen da�o o nos sentimos injustamente desfavorecidos, naturalmente queremos tomar represalias o “arreglar el problema” de la manera m�s r�pida. Sin embargo, cuando nuestra respuesta implica “ira, enojo, palabras duras y calumnias” (Efesios 4:31), hemos cruzado una l�nea. Hemos pecado en nuestra ira y le hemos dado al diablo una ventaja. A veces, mucho despu�s de haber superado la situaci�n, albergamos el deseo de volver a ver la herida y aferrarnos a la ira. Esto s�lo conduce a la amargura. Debemos rendirnos al Esp�ritu Santo y confiar en Su poder para superar ese pecado.

Salom�n en su sabidur�a ten�a algunas cosas pr�cticas que decir acerca de c�mo manejar la ira:

“El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de esp�ritu enaltece la necedad” (Proverbios 14:29).

“La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra �spera hace subir el furor” (Proverbios 15:1).

“El hombre iracundo promueve contiendas; mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla” (Proverbios 15:18).

“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se ense�orea de su esp�ritu, que el que toma una ciudad” (Proverbios 16:32).

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